miércoles, 29 de diciembre de 2010

Reclamar soberanía sobre el cuerpo es declararse anticapitalista



"pero exigiendo soberanía en nuestros cuerpos, como primer territorio que necesita ser liberado de ataduras atávicas y sacudir la dominación heterohegemónica."
 
Parto de la premisa que para tener soberanía sobre nuestros cuerpo y saber como obtnerla, primero debemos de tener conocimiento sobre las ataduras que adolecemos; sino, corremos el riesgo de vacear el contenido del discurso, de la misma manera que la estrategia política puede terminar sin resolver el problema que denuncia.
Partamos de algo conocido, como sabemos hay todo tipo de cuerpos, el cuerpo del estudiante, del trabajador, del oenegeísta, del pequeño empresario, del gran empresario; el cuerpo del niño, el del adolescente, el del joven, el del adulto, el del adulto mayor; así podríamos seguir haciendo todo tipo de tipologías con el afán de capturar todas las variables que explican la construcción social del cuerpo, incluyendo el eje analítico masculinidad y femineidad. Estas variables junto a su eje analítico no están en el aire; están sujetos a un sistema político-económico que a su vez se encuentra atravezado por un discurso hegemónico burgues que tiene por imperativo un mensaje claro sobre cómo es que debe de ser nuestro cuerpo, todo, claro está con la finalidad que el sistema capitalista se reproduzca. Este imperativo es que el cuerpo debe de ser: heterosexual, disciplinado, productivo, pulcro, ordenado y fuerte (cabe subrayar que ese es el imperativo sistémico, pero cada clase, estrato y grupo social va a tener su imperativo particular aunque se ordena y se produce de manera dialéctica entre su grupo y la matriz del imperativo sistémico). Este sistema tiene diferentes órdenes institucionales de los cuales recsataría 2 que a mi entender son claves para la reproducción sistémica: la educación y el mercado.
La educación y el mercado tienen como una de sus instituciones eje a los colegios y las empresas, las cuales tienen la virtud de moldear la corporalidad del sujeto de manera directa según las necesidades del sistema capitalista. A modo de ejemplo, podemos decir que esto se personifica en un profesor que enseña a sus alumnos primero las diferencias entre hombres y mujeres en cursos como educación física, ciencias naturales y eso sin contar las ideas vertidas sobre la disciplina y otros “valores” durante la clase (tesis de Jose Luis Rosales sobre la construcción de genero en las escuelas primarias de primero a segundo de primaria). Por otro lado en el mercado capitalista, tanto el consumo como el proceso de producción, configuran la identidad del sujeto (incluyendo el cuerpo); acotando el punto... según lo que uno consuma se recrea una identidad y el género que a ello conlleva, de la misma manera que en la etapa productiva en la misma actividad laboral, el cuerpo interactúa con los demás, direccionando sus expresiones y gestiones coporales según los requerimientos de la actividad. Nuevamente, parte de estas expresiones y gestiones estarán enmarcadas en el eje masculino-femenino pues cada actividd tiene una balencia bajo la cual tiene que reproducirse.

¿A qué va todo esto? Si nos damos cuenta, los cuerpos más allá de las formas, tienen como fondo la reproducción del sistema capitalista y por ende necesita que la mayoría de los cuerpos contengan los imperativos señalados líneas atrás; es por eso que para reclamar soberanía sobre nuestros cuerpos, desde mi entender, debemos de cancelar los imperativos sistémicos que nos construyen y nos direccionan. En otras palabras, no hay soberanía sobre el cuerpo si además no somo anticapitalistas.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Palabritas a tu ignorancia

Somos la viruta que sale cuando tajas tu lapiz
Somos la basura que botas cuando tu comes
Somos la respuesta ante tu modo de vida
Somos el desperdicio que nunca reciclaste

Ante tu injusticia, te respondo con violencia; ante tu amor de navidad, te respondo sin clemencia. La línea la trazaste el día que me tajaste. Hoy quieres transar, pero yo sigo siendo viruta; déjame decirte que ya no hay marcha atrás.